¿Por qué muchos médicos todavía no prescriben los nuevos antidiabéticos?

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Las complicaciones cardiovasculares y renales son causas importantes de morbilidad y mortalidad en la población diabética. Los inhibidores del cotransportador de sodio y glucosa de sodio (iSGLT2) y los agonistas del receptor peptídico similar al glucagón (ARGLP1), también llamados nuevos antidiabéticos, han mostrado una reducción significativa de estos eventos en sus estudios pivotales.

La evidencia ha estado disponible desde 2015 con la publicación del estudio EMPA REG (empagliflozina), seguido de LEADER (liraglutida) al año siguiente. Los dos estudios, que involucraron predominantemente a pacientes con enfermedad cardiovascular previa, demostraron una reducción en los resultados cardiovasculares, con énfasis en la reducción de la mortalidad cardiovascular y por todas las causas, hallazgos que son independientes del control glucémico.

Dichos hallazgos han ido provocando sucesivos cambios en las guías, determinando el uso preferencial de estos agentes en pacientes diabéticos en prevención secundaria o en condiciones de mayor riesgo. Otros estudios han demostrado una reducción de los eventos relacionados con la IC y una reducción de la progresión de la enfermedad renal diabética con el uso de iSGLT2, independientemente de la presencia de diabetes, ampliando la indicación para esta clase.

A pesar de todas las evidencias y guías, los agentes todavía están infrautilizados en la práctica clínica, con menos del 10% de los pacientes que presentan una indicación con prescripción efectiva. Los cardiólogos acaban asumiendo parte de la responsabilidad. Hasta el 30% de los diabéticos tienen una enfermedad cardiovascular clínicamente significativa. Los registros muestran que el 70% de estos pacientes son atendidos predominantemente por cardiólogos, quienes acaban siendo responsables de solo el 6% de las prescripciones de iSGLT2 y el 1,4% de las prescripciones de ARGLP1.

La aprobación inicial de iSGLT2 y ARGLP-1 como fármacos hipoglucemiantes (nuevos antidiabéticos) puede haber dificultado la incorporación inicial de estos fármacos por parte de los cardiólogos, que tienden a considerar el control glucémico y los objetivos de la HbA1c fuera de su ámbito terapéutico. Más bien, estos agentes pueden verse como reductores del riesgo cardiorrenal con el beneficio adicional de reducir la glucosa, lo que refuerza su uso dentro de la competencia de la especialidad. Todos los médicos que atienden a pacientes con DM2 deben sentirse cómodos prescribiendo estos agentes. La educación médica continua juega un papel central en este contexto. ¡Sigue nuestros consejos!