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¿Reposición de vitamina D reduce el riesgo cardiovascular?

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Durante las últimas dos décadas, numerosos estudios observacionales han demostrado una asociación entre niveles insuficientes de vitamina D y enfermedades extraesqueléticas como enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina e incluso cáncer. La plausibilidad fisiológica existe, ya que los receptores de la hormona se pueden encontrar en los más variados tejidos, incluidas las células cancerosas. También se han descrito varias acciones potencialmente beneficiosas de la vitamina D, como la inhibición del sistema renina-angiotensina y la sensibilización periférica a la acción de la insulina. Sin embargo, los estudios no pueden establecer una relación causal entre la hipovitaminosis D y un mayor riesgo de enfermedades crónicas no relacionadas con la salud ósea. Las hipótesis de que unos niveles más bajos de vitamina D podrían ser sólo un marcador de estas enfermedades y, por tanto, una consecuencia y no una causa, son igualmente plausibles.

Por tanto, es necesario que los estudios de intervención demuestren si existe o no una relación entre la suplementación con vitamina D y el riesgo de desarrollar las más diversas enfermedades a las que se ha relacionado la hormona. Hasta la fecha se han realizado numerosos estudios con este objetivo, pero con resultados controvertidos, aunque la mayoría no han tenido éxito en demostrar algún beneficio extraesquelético.

Siguiendo esta línea, la American Journal of Clinical Nutrition publicó, en enero de 2022, los resultados de una cohorte finlandesa de 2495 individuos sanos (entre hombres ≥60 años y mujeres ≥65 años), con el objetivo de evaluar el efecto de la suplementación con vitamina D sobre la incidencia de enfermedades cardiovasculares y cáncer invasivo.

Los participantes fueron aleatorizados en 3 grupos de intervención: placebo, suplemento de vitamina D a una dosis de 1600 UI/día y suplemento de 3200 UI/día. Los resultados primarios fueron la aparición de cualquier cáncer invasivo y los resultados compuestos de infarto agudo de miocardio, accidente cerebrovascular y mortalidad cardiovascular. Los resultados secundarios fueron: los componentes individuales del resultado cardiovascular compuesto; cáncer colonrectal; cáncer de mama en mujeres; cáncer de próstata en hombres; y mortalidad total por cáncer.

Después de 5 años de seguimiento, no hubo diferencia entre los grupos para ninguno de los resultados analizados, lo que demuestra que la suplementación con vitamina D no fue capaz de reducir el riesgo cardiovascular ni la incidencia de cáncer invasivo en la población estudiada.

Sin embargo, los autores atribuyen este hallazgo a niveles iniciales adecuados de 25-hidroxivitamina D en la mayoría de los participantes incluidos. En Finlandia, desde 2003, existe una política de suplementos de vitamina D, lo que ayuda a explicar por qué, incluso entre los ancianos en un país cuya ubicación geográfica recibe menos exposición al sol, la proporción de deficiencia de vitamina D no es alta. Por lo tanto, queda la pregunta de si el resultado del estudio sería diferente si la proporción de participantes con niveles iniciales insuficientes de 25-hidroxivitamina D fuera mayor.

Sin embargo, este no es el primer estudio de intervención que no demuestra un beneficio de la suplementación con vitamina D sobre el riesgo cardiovascular. El ensayo VITAL trial, publicado en el New England Journal of Medicine en 2019, siguió a 28 871 sujetos durante aproximadamente 5 años y no demostró ningún beneficio de la suplementación con vitamina D en los resultados cardiovasculares o la incidencia de cáncer. De manera similar, el ensayo ViDA, publicado en 2017 en JAMA Cardiology, no demostró ningún beneficio de las altas dosis mensuales de vitamina D sobre la incidencia de enfermedad cardiovascular en 5108 sujetos seguidos durante 3 años.

Por tanto, todavía no es posible afirmar que la reposición de vitamina D tenga algún beneficio sobre la salud cardiovascular, aunque los datos de estudios realizados en poblaciones de otras regiones del planeta no son extrapolables a países como Brasil.

Después de todo, nuestro país, incluso cerca del Ecuador, tiene una alta prevalencia de hipovitaminosis D, probablemente porque nuestra dieta es característicamente deficiente en vitamina D, sin que exista una política de suplementación alimentaria, como en Finlandia y en otros países. Así, queda la pregunta: ¿qué efecto tendría la suplementación con vitamina D sobre el riesgo cardiovascular de la población brasileña?