Obesidad metabólicamente saludable: ¿mito o realidad?

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La obesidad es una de las principales causas prevenibles de enfermedades cardio-metabólicas y mortalidad, principalmente por la asociación con comorbilidades como la intolerancia a la glucosa y la diabetes tipo 2, dislipidemia e hipertensión, componentes del conocido síndrome metabólico. Pero, ¿Qué pasa cuando nos encontramos con un paciente en la consulta con un IMC ≥ 30 kg/m2 y que no tiene nada más asociado? Perfil lipídico y presión arterial adecuados. Glucosa en ayunas en sangre normal, etc. En estos casos, muchos usan el término obesidad metabólicamente saludable (Metabolic Health Obesity MHO) para describir tal fenotipo. Publicaciones recientes han intentado identificar parámetros antropométricos y metabólicos con puntos de corte clínicamente relevantes capaces de predecir resultados de interés.

Un estudio en el que participaron 386.420 personas de 2 grandes cohortes de población (NHANES y UK biobank) señaló los siguientes criterios: (1) presión arterial sistólica <130 mmHg y sin uso de fármacos antihipertensivos, (2) índice cintura-cadera (ICC) menor que 0,95 (mujeres) y menos de 1,03 (hombres), y (3) sin diabetes tipo 2. Incluso desconociendo los criterios relacionados con la dislipidemia, los individuos con estas características no presentan mayor riesgo cardiovascular. Este subgrupo representó el 40% de los individuos obesos incluidos en las cohortes, y debe tenerse en cuenta que eran más saludables, más educados y menos propensos a tener bajos ingresos que los de los grupos metabólicamente no saludables, independientemente de la categoría de IMC.

Una nueva publicación de un estudio longitudinal francés, cuyos datos se presentaron en la EASD 2021, cuestionó una vez más el concepto de “obesidad saludable”. Al analizar los datos de casi 3 millones de personas en prevención cardiovascular primaria (sin evento previo) con un seguimiento de 5 años, los autores encontraron un aumento del riesgo de 34% de Insuficiencia cardiaca y 33% de fibrilación auricular entre los inicialmente clasificados como MHO en comparación con un IMC normal. El hallazgo difirió según el género, con un mayor riesgo observado solo en los hombres, lo que podría explicarse por la diferencia en la distribución de la grasa corporal relacionada con los estrógenos. Cuando se analizaron los resultados de muerte cardiovascular, infarto o accidente cerebrovascular no fatal, no hubo mayor incidencia entre los pacientes con MHO.

Incluso considerando la existencia del fenotipo de obesidad metabólicamente saludable, la obesidad se asocia con complicaciones respiratorias y osteoarticulares que no están cubiertas en los datos presentados. Estudios previos también sugieren diferentes velocidades en la aparición de alteraciones metabólicas, apuntando a una evolución inequívoca de las complicaciones metabólicas a más largo plazo. Desde esta perspectiva, la obesidad saludable se caracterizaría como un momento de oportunidad, donde las intervenciones terapéuticas adecuadas potencialmente tendrían mayor efectividad, con un impacto no solo en los resultados cardiovasculares, sino también en la calidad de vida.